viernes, 27 de febrero de 2009

Aprendiendo cada día

Sé que llevo dias sin actualizar, pero es que esta semana se ha limitado a ir a clase y estudiar mucho, básicamente.



Aún asi, voy a contar un par de cositas relevantes. La primera, mi visita a Ciudad Bolivar, un barrio del estilo de Soacha, del que ya hablé, que es donde yo voy a hacer mis prácticas, concretamente en Yo Mujer, una asocición para mujeres en situación de desplazamiento forzado, con o sin familia, fundada por una mujer que tambien fue desplazada, Teresa, una bellisima persona, que al ver como familias enteras tenian que dormir en la calle pues no habia ninguna institución para acogerlas, alquiló una casa, sin dinero para pagarla, y empezó a acoger y ayudar a desplazados, que aunque a veces no tenian una cama o un plato de comida, al menos tenian alguien que les diera techo, amor y esperanza. Con el tiempo, la asociación fue ganando reconocimiento, incluso del ACNUR, y acabó ganando un premio importante aquí, de 10 millones de pesos (unos 3700 euros) que invirtió en alquilar otra casa enfrente y comprar camas, hacer una ludotecas, un comedor, una sala para informática… Pero no os vayais a pensar que hay nada de lujos, pero si mucho más de lo que ella podría haber soñado. Y yo voy a ir con ella y los desplazados, a trabajar en lo que haga falta, ayudar en lo que pueda y aprender, sobre todo a aprender.



Niños de familias desplazadas en la calle de la sede de Yo Mujer
Ciudad Bolivar

Ciudad Bolivar
Y la otra cosa relevante son mis profesores, en concreto uno, Jair, un hombre bajito, calvito y con una pinta pintoresca, cuya asignatura, pedagogia social, crei que iba a ser una chorrada, hasta que hoy, en mi primera clase, ha conseguido hacerme llorar a lágrima viva, hablándonos durante una hora de los sueños, la pobreza las utopías, la injusticia social, el orgullo que deberían sentir los colombianos de sus raices culturales y raciales… Pero no era un discurso convencional, si no el de una persona que de verdad conoce y ha vivido esas historias, y con un don de palabra y una coherencia admirables. De verdad, no he podido ni decirle nada, imaginad como me he quedado, que hasta me ha dado un abrazo el pobre… Ha sido la clase más emocionante y significativa de mi vida.

No voy a seguir, que si no entre yo mujer y Jair me pongo a llorar otra vez, y ahora tengo que hacer tortillas de patatas para un regimiento.

Un beso a todos, os echo de menos (por muy maravilloso que esto sea)





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