lunes, 2 de marzo de 2009

Bogotá: El peligro es que te quieras quedar

Subida en el transmilenio, casi como una bogotana más (excepto si abro la boca) me doy cuenta de que esta ciudad es tan mágica que incluso el tiempo transcurre de manera diferente. Parece que el 15 de febrero hubiera sido ayer, al igual que parece que han pasado siglos desde que me despedia en el aeropuerto...

En solo dos semanas nos han pasado cosas y hemos encontrado tantas personas que pareciera como si cada dia aqui fuera el inicio de una nueva vida.

La primera noche aqui, cenando en una taqueria del barrio Minuto de Dios y durmiendo en la casa de huespedes, nada podia anticipar de lo que realmente esta ciudad tenia preparado para nosotras.

Dos dias más tarde paseabamos por la Candelaria embobadas como los guiris que se ven por Granada, preguntando mirando y saboreando todo como si fuera la primera vez que escuchabamos, veiamos y saboreabamos.

Ese mismo dia encontramos a Ligia, que nos alquiló una habitación en el apartamento con mejores vistas de Bogotá y que tambien nos dió a Camilo y Felipe, que sin quererlo se han convertido en dos piezas claves en este viaje, pues ¿cómo podria ser un viaje igual de hermoso si no incluyeramos con él nuevos amigos?

Los dias fueron pasando de canción en canción, de una parada de transmilenio a otra, entre papeleos, asignaturas, problemas administrativos, reuniones, fotografias...además de las pieles rojas que adquirimos en solo una hora al sol.

Ese fin de semana encontramos el Bardo, mi dorado particular en el centro cultural de la ciudad, donde nos reciben desde entonces Marco, Chirli, Caterina, Juan, Paola y muchos otros con una sonrisa, los brazos abiertos, una costeña y una canción. Allí estamos conociendo a gente maravillosa y a veces estravagante, gastando nuestras horas entre risas y tragos.

No me olvido, por supuesto, de la otra cara del viaje, la que sin duda es la más importante. Despues de conocer Soacha y Ciudad Bolivar, Tamara se quedó con la primera y yo con la segunda. Soacha es una localidad a las afueras de Bogota; Ciudad Bolivar, un inmenso barrio a menos de una hora del centro. Al entrar en ambos, da la sensación de que has cambiado de planeta. Cada dia llegan a Bogotá unas 93 personas desplazadas por los conflictos internos y la mayoria de ellas se asientan en estos lugares.

En Ciudad Bolivar, entre otras muchas, nos encontramos con la asociación Yo Mujer, donde realizo mis prácticas. Esta asociación está fundada por Teresa, una mujer que ofrece a los desplazados, especialmente a mujeres con o sin familia, una casa de acogida, comedor (en el que muchos dias no se sabe como se ha podido cocinar debido a la falta de recursos), comparteca y sobre todo mucho amor. De momento se deben 3 meses de arriendo y numerosos recibos, por lo que aparte de hacer animación sociocultural he quedado encargada de crear y poner en marcha un proyecto de capacitación económica, en el que se incluirá captar padrinos para la asociación, vender dulces y bisuteria realizados por las mujeres y los niños del hogar…

De vuelta en el Transmilenio, compruebo entre maravillada y aterrada los profundos contrastes que imperan en la vida social, económica y cultural de esta inmensa urbe, con barrios chabolisticos en los que se ubican personas en situaciones de extrema pobreza (entendamos esto como pobreza puramente material, porque en otros sentidos son gente muy rica) separados por menos de una hora en Transmilenio de barrios con grandes rascacielos, numerosos centros comerciales y gente con mucha plata.

Esta combinación terrible y hermosa, junto con la calidez, amabilidad y alegría de sus habitantes, la gran oferta cultural y las hermosas montañas, son la causa de que lleve dos semanas amando esta ciudad, sintiéndome como en casa y temiendo cada día que pasa que se acerque la fecha de regreso al que, según el pasaporte, debo considerar mi país aunque en el lo único mio que hay es la gente que quiero.

1 comentario:

  1. Que bonita la última frase :D

    Y que envidia me (nos) estas dando maldita! Quien viviera una experiencia así...

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